Estaba ahí esperando
que te acercaras
a conversar conmigo,
pero ni un maullido.
Nada.
Llevaba para vos
algunas caricias
entre los dedos,
como un pájaro
que le lleva comida
a los pajaritos del nido,
pero ni un roce.
Nada.
Alguna vez alguien dijo que los gatos
se parecen a sus dueños,
tenía razón. ©
No hay comentarios:
Publicar un comentario